No nació como una marca ni como un proyecto formal.
Nació como un nombre necesario.
A mediados de la década de 2000 comenzaron a coexistir distintos proyectos que, sin ser homogéneos ni responder a una misma lógica comercial, requerían algún tipo de referencia común.
Eran iniciativas diversas, pero compartían una preocupación básica por el sentido, la continuidad y el arraigo de lo que se hacía.
En ese contexto, en 2006, surge el nombre Grupo Ombú.
No como identidad de mercado, sino como una forma práctica de agrupar y dar coherencia a proyectos distintos que se estaban gestionando en paralelo.
En ese mismo momento, de manera espontánea y sin encargo, Tommy Lowy diseñó el logo original de Ombú.
Fue un gesto hecho de onda, sin intención de construir marca ni estrategia.
Ese logo quedó como referencia inicial y como marca de origen.
Tommy no tuvo un rol operativo en el desarrollo posterior del grupo.
Sin embargo, su influencia cultural fue relevante.
Compartía una sensibilidad particular por lo simbólico, una mirada crítica sobre lo superficial y una forma de entender los procesos creativos que dejó huella en el clima intelectual de aquellos primeros años.
Los primeros proyectos asociados a Ombú estuvieron vinculados a iniciativas de gestión y desarrollo.
Entre ellos, un programa financiado por el BID orientado a la gestión ambiental asociativa, ejecutado a escala nacional, que marcó una etapa de trabajo institucional, articulación de actores y mirada de largo plazo.
Más adelante se sumaron proyectos inmobiliarios, experiencias culturales y trabajos editoriales, siempre desde una lógica de involucramiento directo y aprendizaje práctico.
Con el paso del tiempo, y a medida que lo digital comenzó a atravesar cada vez más ámbitos de la vida social y cultural, Ombú volvió a aparecer como referencia para ordenar y sostener proyectos que ya no eran solo técnicos, sino también comunicacionales y culturales.
Uno de los hitos más visibles de esa etapa fue obituarios.uy, un proyecto que abordó de manera concreta la relación entre tecnología, memoria y sensibilidad social, sin antecedentes claros en el medio local.
Posteriormente surgieron experiencias vinculadas a eventos, como Consciencia Digital y Firewall Digital Consciente, que funcionaron como espacios de encuentro entre tecnología, educación y reflexión, más que como exhibiciones o productos cerrados.
Grupo Ombú no creció de forma lineal ni respondió a un plan predefinido.
Se fue configurando a partir de proyectos atravesados, personas encontradas y decisiones tomadas en contextos cambiantes.
Hoy, Ombú es el resultado de ese recorrido.